sábado, 21 de febrero de 2009

Carta para un hijo imaginario y otras desmemorias


Te escribo esta carta
sentada en la arena de un mar que no existe.

Cuando la leas,
sentirás el oleaje del planeta inventado,
las golondrinas cruzando el ocaso
y las gaviotas sin temor a la furia de las olas.

Un sol hermoso ilumina el sitio en donde habito:
una ventana inexistente
desde donde miro a los transeúntes escondido tras las cortinas.

Desde esa ventana imaginaria
puedo reconocer tu rostro entre miles.

Podría ser el rostro mío perdido que no conozco,
perdido entre otros rostros perdidos
que se encuentran sólo para desaparecer.

Pero, hijo querido, como tú no existes sino en mi imaginación,
y como tan lejano puedo ser desde tu inexistencia,
puedes si lo deseas negar la sangre con que te he soñado.

Al fin apenas éstas son palabras lanzadas a una noche
que empieza a crecer dentro de mí, pero que no existe:
aunque brillen algunas estrellas
como brillan las mínimas luces
sobre una botella lanzada al mar
por un alma cansada ya de su soledad.

Bernardo Reyes

4 comentarios:

  1. Crea na gran incertidumbre sobre lo que es y lo que no es.
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. imaginar soñaR Y ESCRIBIR SOBRE LO QUE NO EXISTE PERO QUISIERAS

    ResponderEliminar
  3. todos tenemos encierros en nosotros mismos...con un bello matiz por alcanzar...
    Gracias por comentar.
    Un saludo JOSELOP44 Y ADICTA A LAS COMPRAS.

    ResponderEliminar